miércoles, 5 de enero de 2011

Lola en el Delirium


Durante el tiempo que llevamos viviendo en La Línea, uno de los locales que más hemos frecuentado a la hora de tomarnos copas ha sido el Delirium. Lamentablemente, no podremos seguir haciéndolo a partir de este mes de Enero, ya que sus dueños abandonan el barco para irse a vivir a Madrid a comenzar una nueva etapa de sus vidas. Hemos estado cómodos allí. Bien cuidados y servidos. Y tanto yo, como Juanma, como muchos compañeros y compañeras de trabajo, hemos pasado momentos inolvidables que quedarán por siempre  en el recuerdo. Recordaremos la atención prestada por Moi en la barra, David en la música, Sara y María José como relaciones públicas, o Priscila y su madre poniendo siempre la nota de color.

Sucede a veces que un bar se convierte en símbolo identitario de determinadas personas. Y eso es lo que le pasa a nuestra protagonista del día. Se llama Lola y es uno de los grandes descubrimientos de los últimos meses. Gran conocedora de la cultura clásica, discreta y silenciosa, al llegar la noche tiene la gran capacidad de soltarse el pelo de tal forma que pareciera una persona distinta a la que por la mañana se fumaba un cigarro en la puerta del instituto. Se contonea, sube y baja como un muelle, realiza complicadísimos movimientos elásticos con su cuerpo, menea su melena rubia hasta límites insospechados. Y todas estas actividades las realiza mientras las luces blanquiazules del local en cuestión parpadean nerviosamente al son de los hits musicales del momento. Cuando la canción es lo suficientemente conocida, no duda en cantar a voz en grito. Cuando la copa de Brugal parece terminarse, no duda en pedirse otra para comenzar nuevamente el proceso catártico de bailar, de dejarse llevar, cada jueves por la noche. Se mire a donde se mire, siempre la ves a ella. Siempre ves a Lola. Porque ella no sólo es que brille con luz propia, sino que es allí, en el Delirium, donde ella es más ella. Por eso, Lola y Delirium serán dos nombres que permanecerán unidos por siempre, a pesar de que este bar haya decidido echar el cierre.

En la imagen, Lola parece encender las luces de los focos del bar. Y es que también, el Delirium era también más Delirium cuando nosotros entrábamos por la puerta.

Desde aquí, la mejor de las suertes a Moi y David. Se les echará de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...