Señoras y Señores: Hoy tengo el pacer de presentarles a la Vacaburra.
Personalmente me declaro fans de este tipo de adjetivos compuestos. ¿Qué cara tendrá el Calientapollas? ¿Será guapa la Chocholoco? ¿Pensáis que será atractivo Juancojones o por el contrario será un hombre repugnante? Lo que está claro es que la Vacaburra es tal y como la ven ustedes en imagen: Gorda y con ubres descomunales. Con la piel a manchas. Con las orejas alargadas y un hocico coronado por unos bigotes de lo más pispendos.
Solemos llamar Vacaburra a señoras con muchos kilos y, muy probablemente, con algunos años a sus espaldas. Suelen ser el vivo ejemplo de la mediocridad, y un claro muestrario de la petardez humana llevada a sus límites más ridículos, en tanto en cuanto dicha petardez no se manifestaría en muestras de un surrealismo absurdo y pintoresco, sino en una antipatía innata y, para colmo, no reconocida, circunstancia ésta que hace que la vacaburra resulte más vacaburra si cabe. Personaje idiota y desagradable donde los haya, suele poblar las tardes televisivas de nuestra España, interrogando a famosos y no tan famosos con un halo de superioridad verdaderamente sonrojante.
Mi última adquisición en vacaburras tuvo lugar la otra tarde en el médico. Fui por primera vez a conocer a mi doctora asignada en Arcos de la Frontera. Cumplía todas y cada una de las caraterísticas físicas y psíquicas anteriormente enumeradas. Me trató con desprecio y no tuvo ni siquiera la educación de mirarme a la cara. Salí de la consulta con un seco "Adios" después de que me despachara en menos de un minuto sin resolver mis dudas. Bajé a información a quejarme y a pedir que me cambiaran de médico porque me negaba a ser atendido otra vez por semejante engendro.
Vacaburra total, la señora. Que le follen.
Personalmente me declaro fans de este tipo de adjetivos compuestos. ¿Qué cara tendrá el Calientapollas? ¿Será guapa la Chocholoco? ¿Pensáis que será atractivo Juancojones o por el contrario será un hombre repugnante? Lo que está claro es que la Vacaburra es tal y como la ven ustedes en imagen: Gorda y con ubres descomunales. Con la piel a manchas. Con las orejas alargadas y un hocico coronado por unos bigotes de lo más pispendos.
Solemos llamar Vacaburra a señoras con muchos kilos y, muy probablemente, con algunos años a sus espaldas. Suelen ser el vivo ejemplo de la mediocridad, y un claro muestrario de la petardez humana llevada a sus límites más ridículos, en tanto en cuanto dicha petardez no se manifestaría en muestras de un surrealismo absurdo y pintoresco, sino en una antipatía innata y, para colmo, no reconocida, circunstancia ésta que hace que la vacaburra resulte más vacaburra si cabe. Personaje idiota y desagradable donde los haya, suele poblar las tardes televisivas de nuestra España, interrogando a famosos y no tan famosos con un halo de superioridad verdaderamente sonrojante.
Mi última adquisición en vacaburras tuvo lugar la otra tarde en el médico. Fui por primera vez a conocer a mi doctora asignada en Arcos de la Frontera. Cumplía todas y cada una de las caraterísticas físicas y psíquicas anteriormente enumeradas. Me trató con desprecio y no tuvo ni siquiera la educación de mirarme a la cara. Salí de la consulta con un seco "Adios" después de que me despachara en menos de un minuto sin resolver mis dudas. Bajé a información a quejarme y a pedir que me cambiaran de médico porque me negaba a ser atendido otra vez por semejante engendro.
Vacaburra total, la señora. Que le follen.
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