Los vuelos nos deparan importantes sorpresas. La primera de ellas es el simple hecho de volar. Estar dos horas a diez kilómetros de tierra es algo verdaderamente sorprendente. La verdad es que compensa la visión de tu ciudad desde la ventanilla, después de las dos aburridísimas horas previas que suelen vivirse en aquel lugar hostil que suele recibir el nombre de aeropuerto, y cuyo nivel de surrealismo e ineficacia crece a partes iguales.
Durante mis vuelos estivales he llegado a la conclusión de que la mayoría de los azafatos de vuelo que se pasean por las estrecheces de los Boeings y similares suelen ser gays. A veces es claro y evidente. Otras, su glamour de altos vuelos le impide mostrar su pluma y en su lugar aparece una elegancia inusitada.
Dicen por ahí que un 10% de la población es homosexual. Las conclusiones establecidas en lo que respecta a los azafatos de vuelos me lleva a otras conclusiones igualmente interesantes. Es lo que tiene tener una cabeza pensante, oyes. Y me pregunto: ¿Por qué determinadas profesiones son más mariquitas que otras? Piensen algunas y verán como coindiden en más de un caso con mis percepciones: Diseñadores y modistos, artistas y arquitectos, maquilladores y peluqueros... ¿a qué puede deberse?... o... ¿en realidad es sólo un mito? Sea como fuere, tengo un ex arquitecto y otro peluquero. De moños de novia. Ahí queda eso. Yo, que siempre he sido muy multidiscilpinar, vaya. A todo esto, llego a otra conclusión no por absurda menos interesante.... ¿me deparará el futuro un novio-azafato de vuelo? ¿O por el contrario será albañil? Estén atentos a sus pantallas para seguir completando la estadística. Yo de momento me limitaré a recordar a este azafato de vuelo de la compañía SATA, que tuvo a bien sonreirme durante dos horas en el trayecto Ponta Delgada-Lisboa... Me entraron ganas de ponerle un kiosko en la Gran Vía, qué chulazo, madre mía
Durante mis vuelos estivales he llegado a la conclusión de que la mayoría de los azafatos de vuelo que se pasean por las estrecheces de los Boeings y similares suelen ser gays. A veces es claro y evidente. Otras, su glamour de altos vuelos le impide mostrar su pluma y en su lugar aparece una elegancia inusitada.
Dicen por ahí que un 10% de la población es homosexual. Las conclusiones establecidas en lo que respecta a los azafatos de vuelos me lleva a otras conclusiones igualmente interesantes. Es lo que tiene tener una cabeza pensante, oyes. Y me pregunto: ¿Por qué determinadas profesiones son más mariquitas que otras? Piensen algunas y verán como coindiden en más de un caso con mis percepciones: Diseñadores y modistos, artistas y arquitectos, maquilladores y peluqueros... ¿a qué puede deberse?... o... ¿en realidad es sólo un mito? Sea como fuere, tengo un ex arquitecto y otro peluquero. De moños de novia. Ahí queda eso. Yo, que siempre he sido muy multidiscilpinar, vaya. A todo esto, llego a otra conclusión no por absurda menos interesante.... ¿me deparará el futuro un novio-azafato de vuelo? ¿O por el contrario será albañil? Estén atentos a sus pantallas para seguir completando la estadística. Yo de momento me limitaré a recordar a este azafato de vuelo de la compañía SATA, que tuvo a bien sonreirme durante dos horas en el trayecto Ponta Delgada-Lisboa... Me entraron ganas de ponerle un kiosko en la Gran Vía, qué chulazo, madre mía
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