domingo, 23 de enero de 2011

Ana y el termo de lentejas


Aún a pesar de las posibilidades que nos brindan las redes sociales, hay amigos y conocidos de la infancia con los que nos es prácticamente contactar, por lo que su presencia se reduce a los recuerdos de media docena de anécdotas que, si uno pone un poco de empeño, se reconstruyen de forma más o menos nítida. Si uno realiza la tarea de abstraerse, algo cada vez más difícil, podrá recordar otras tantas historias que creía olvidadas.

Cuando uno piensa, por ejemplo, en una amiga del cole, le vendrán siempre las mismas anécdotas, las mismas imágenes. Y esto es lo que me sucede con Ana, a la que asociaré de forma permanente con su termo de diseño setentón, la mayoría de las veces lleno de lentejas. Durante mis años de EGB en Sevilla, estuve un par de meses en el Comedor. No hay que olvidar que, hace no tantos años, también había clases en horario vespertino. Algunos niños y niñas, y Ana era una de ellas, tenían la suerte de poder traerse la comida de su casa. Yo, por contra, tenía que aguantarme con los horribles guisos de la cocina del colegio. Ana era un ser especial, y por eso estaba marginada en clase. Por motivos distintos, yo también lo estaba. Las circunstancias hacían que nos juntáramos en los recreos, en las clases. A ninguno de los dos se nos daba bien estudiar. Ninguno de los dos tuvimos tampoco la suerte de contar con una buena maestra, que no tuvo otra ocurrencia que hacernos repetir en 5º a los tres que ocupábamos la última fila de la clase, en base a un sistema antipedagógico que premiaba con avanzar hacia la pizarra a los más estudiosos e inteligentes y retroceder, por tanto, a los que, por diversas razones, no éramos capaces de lograr el ritmo de la clase. Una selección natural de la peor estirpe.

Ana era torpe, eso saltaba a la vista. Morena de piel, con una melena rubia kilométrica, tenía los labios carnosos y la mirada algo perdida detrás de sus gafas de pasta. Su madre era una señora alta y bien parecida, muy asidua a La Charada, de la que ya estuvimos hablando por aquí. Ana parecía estar enamorada de mí. Es algo que siempre pensé. Una vez nuestros caminos se hubieron separado, me llamaba a casa de vez en cuando, me escribía cartas, y logró concertar una cita conmigo cuando cursaba COU, sin resultados satisfactorios para ninguna de las partes afectadas.

Es abrir el cajoncito de los recuerdos y empezar a salir cosas y más cosas, como las lentejas del termo de Ana....

domingo, 16 de enero de 2011

Campismo em Portugal



Comentaba el otro día con una amiga la diferencia entre pernoctar en un hotel y en un cámping. Acabé resumiéndole mi experiencia durante el pasado verano. Hasta entonces, nunca había tenido la posibilidad de pasar una sóla noche de mi vida dentro de una tienda de campaña. Y a pesar de mi sibaritismo y de una cierta aversión a los insectos, la experiencia fue de lo más diverrtida, hasta el punto de que no me importaría repetirla, entre otras cosas porque la economía no se resintió de forma alarmente.

Dado que la situación económica no se presentaba especialmente bollante a principios del verano, Juanma, Cuca y yo decidimos organizar un viaje por Portugal de aproximadamente una semana de duración. La idea era estar tres noches en Lisboa y posteriormente ir bajando por la costa hacia el Algarve para, desde allí, regresar a Sevilla., Mi coche sería el vehículo de transporte. Ni aviones, ni trenes, ni compañías de autobuses. El planteamiento del viaje era ir a la aventura, puesto que no contactamos con ninguno de los campings, entre otras cosas porque no sabíamos dónde ibamos a quedarnos, y todo dependería de la improvisación y de las circunstancias del momento.

Con estas premisas partimos de una Sevilla inmersa en la enésima ola de calor una mañana del mes de Agosto hacia Lisboa, no sin antes parar en algunas bellas localidades del Alentejo, como Estremoz o Évora. Pudimos conseguir plaza en el camping lisboeta a pesar de llegar a la caída de la tarde. Tres días después, dormíamos en Vila-Nova de Milfontes La noche siguiente, en Carvahal (junto a Zambujeira do Mar). La de después, en Sagres. Y la última, en la Isla de Armona, donde un error de cálculo nos obligó a hacer acampada libre en la playa tras descubrir que no existían campings en la isla y que el último barco del día hacia Olhao había zarpado ya.

Una semana de montar y desmontar la tienda, de inflar y desinflar los colchones hinchables, de conocer y desconocer a tus vecinos. Una semana de duchas compartidas, de comidas cocinadas con la ayuda del camping-gas. Una semana de botellines de cerveza Sagres, de porros a la luz de la luna. Y todo esto, con la mejor compañía. Una semana con risas, con momentos de cansancio pero con otros de total relajación, con alguna discusión pero con mejores reconciliaciones. Unos días inolvidables junto a un coche naranja y con el cielo como único cobijo.

Para siempre en nuestro recuerdo...
 
 
 

viernes, 14 de enero de 2011

La mujer de negro


En La Línea hay muhos personajes. Está plagada de ellos. Sepa, quien no haya estado, que esta población es un constante catálogo de la más bizarra antropología. Sirva como ejemplo esta mujer vestida de negro, que preside mi calle desde su sillita, sea la hora que sea y sin importar lo más mínimo las condiciones metereológicas.

La mujer de negro supera ya los 80 años. Vive en un antiguo barrio de pescadores muy cercano a la linense Playa de Levante, en el que abundan desvencijadas casas de una planta, de fachadas desconchadas pero de vivaces colores. Con su vestimenta de medio luto, podría decirse que supone el contrapunto a tan luminosa calle. Sin embargo, y a pesar de los apagados tonos que utiliza absolutamente todos los días, esta señora llena de vida el trozo de calle en la que reina desde su trono. Su trono es una castigada silla que coloca en la puerta de su casa, o enfrente de la misma si es allí donde el sol ilumina. Controla, desde muy tempranas horas de la mañana y hasta bien entrada la noche, todos los movimientos que se suceden a su alrededor. No duda en saludar a todo el mundo, y rara es la vez en la que no saca un tema de conversación, generalmente relacionado con las temperaturas y/o precipitaciones.

Sales a por el pan y está ella. Vas al centro para hacer unas compras y está ella. Decides dar un paseo y está ella. Te lanzas a la búsqueda de un paquete de tabaco y éstá ella. Es la guardesa de la calle. De tantas horas que pasa al sol, su piel tiene un tono entre rosa y ennegrecido muy característico. La calle es tan suya que una vez la descubrí miccionando sobre una alcantarilla. Allí, en la calle, junto a su casa, pero en la calle.

Tremenda...

martes, 11 de enero de 2011

Hermanas Sáenz de la Mostaza Wellington-Parody


Ha vuelto a pasar. En Nochebuena se volvieron a reunir al calor de la familia. Poco después de la medianoche, se disolvieron. El año que viene volverán a reunirse y a disolverse de forma similar. Situénlas en el lugar de la geografía española que prefieran. Yo lo haré en Sevilla, que por algo es lo que mejor conozco. De familia bien, las Hermanas Sáenz de la Mostaza Wellington-Parody comparten, cóno no, padre y madre. Y aún así, cada una es de su padre y de su madre. Conozcámoslas de izquierda a derecha.

Margarita Saénz de la Mostaza Wellington-Parody tiene 53 años. Es la mayor de todas. La única de ellas que no tiene estudios universitarios. Se casó prematuramente tras un desliz adolescente. Actualmente vive en el sevillano Polígono de San Pablo, donde no es Margarita, sino "La Margari". De oficio, sus labores. Tiene tres hijos. Dedica sus días al cuidado de su casa y de su marido, actualmente en situación de desempleo. A la cena de Nochebuena llevó un guiso de carne con patatas. No concibe su vida sin un vestido o una bata de lunares.

Sagrario Saénz de la Mostaza Wellington-Parody tiene 49 años. Casada con Alejandro López de Fresnadillo González de Pradoverde, empresario. Tiene dos hijos. Comprometida con la causa católica desde su Confirmación, actualmente colabora activamente dentro del Opus Dei. Residente en el Barrio de Los Remedios, tanto ella como su familia son parte activa de una hermandad de negro de la céntrica Parroquia de la Magdalena, de ésas que aún no admiten a mujeres. A la cena de Nochebuena llevó Huesos de Santo. No concibe su vida sin un rosario debidamente bendecido.

María del Pilar Saénz de la Mostaza Wellington-Parody, de 45 años. Piluca para los amigos. Empresaria de éxito en el gremio de la Hostelería. Casada con Pocholo Ramírez del Pino y Vargas de la Banda. Madre de dos preciosos niños de ojos azules. Residente en el Barrio del Porvenir. Muy popular entre sus amigas por sus operaciones de cirugía estética, ampliamente visibles en el labio superior e inferior. A la cena de Nochebuena llevó Ensalada de Rúcula con Hierbas Provenzales aromatizadas con una reducción de Mila Ximénez. No concibe su vida sin Siempre Así.

Loreto Saénz de la Mostaza Wellington-Parody, de 42 años. Divorciada y con un hijo en Estados Unidos. Residente en el Barrio de Nervión. Estuvo casada con un veterano de guerra norteamericano. Tras su periplo estadounidense, regresó a Sevilla sabiendo varios idiomas. Independiente y cosmopolita, abrió una exitosa casa de citas en la cornisa del Aljarafe, a donde se traslada diariamente a bordo de su todoterreno de lujo. A la cena de Nochebuena llevó Brazo de Gitano relleno de Roquefort y Anchoas. No concibe su vida sin un abrigo de visón.

Iluminada Saénz de la Mostaza Wellington-Parody, de 39 años. Soltera y sin hijos. Licenciada en Historia y en Antropología Social y Cultural. Muy conocida en los círculos artísticos sevillanos, posee una casa de tres plantas en el muy bohemio Barrio de la Alameda. Vive de las rentas de la familia. No trabaja. Vive entre los bares de su barrio y la cama de su casa. No duda en acudir a cuantas manifestaciones convoquen las asociaciones máz izquierdistas de su ciudad. Se traslada en bicicleta. A la cena de Nochebuena no llevó nada. No concibe su vida sin una Cruzcampo y un porro de María.

Ya queda menos para que vuelvan a ponerse buenas caras entre ellas durante tres horas...

domingo, 9 de enero de 2011

Los dibujitos de la Tita Graci


Si alguien tratara de catalogar el estilo de los paints de este blog, es muy probable que utilizara la palabra Naïf, como término que designa al estilo inafntil que nace del desconocimiento de las más mínimas leyes de perspectiva y composición. En efecto, yo dibujo así porque no lo sé hacer mejor. Si os fijáis en el dibujo de hoy, notaréis que no es mi estilo, y que lo Naïf está aún más presente. De hecho, parece que se tratara de un dibujo realizado por un niño o una niña de no más de 5 años. Sin embargo, no es sino la reproducción del típico dibujo que realiza mi Tita Graci desde que tengo uso de razón. Me los hacía a mí cuando yo era pequeño, se los ha hecho a mis sobrinas, y si hoy le dijeras que dibujara una muñeca, volvería a realizar un garabato semejante al de la imagen.

Mi Tita Graci es una persona muy particular. Por eso, todos sus sobrinos la queremos tanto. Soltera durante toda su vida, pasaba, y sigue pasando, temporadas con sus dos hermanas (una de ellas mi madre). Cuando yo era pequeño, además de dibujar estas fantásticas muñecas, me contaba cuentos antes de dormir. Recuerdo con especial cariño su versión de "Caperucita Roja". Daba igual que me lo hubiera contado antes; siempre quería que me lo volviera a contar. Aún hoy, no me importaría que me contara un cuento de aquellos en la cama de la casa de mis abuelos del pueblo, en una especie de regresión a la infancia.

Mi Tita Graci es especial, podría decirse que ella misma es naïf. Hoy le dedico este dibujo porque está pasando unos días malita en el hospital. Desde aquí todos mis ánimos para que vuelva pronto a casa, con su particular nervio, con su ir y venir por el pasillo.

Un abrazo a una persona irrepetible. Mi Tita Graci.

viernes, 7 de enero de 2011

Voluta Woman


Voluta Woman es una señora de unos cincuenta años enamorada del Barroco hasta la médula. Nacida en el sevillano barrio de Bellavista, no dudó, en cuanto tuvo posibilidades económicas, de mudarse a un barrio más histórico y artístico. Cuando de pequeña sus padres la llevaban de ciento en viento al centro de la ciudad, siempre parábase extasiada mirando los remates de las fachadas de iglesias y conventos. En Semana Santa, no era la imagen del Cristo lo que le llamaba la atención, sino que gustaba de entretenerse siguiendo el endiablado recorrido de las volutas y rocallas de las canastillas neobarrocas de los pasos procesionales. Al llegar el paso de la Virgen, obviaba por completo la representación mariana para ensimismarse con el dibujo de los bordados de oro sobre terciopelo de bambalinas y mantos, entrando en éxtasis cuando dichos elementos estaban profusamente recargados. La madre le señalaba la imagen de la Virgen, y nuestra amiga le retiraba la mano para seguir admirando los laberínticos dibujos de los mantos juanmanuelinos de la Amargura o de la Macarena. Cuando el padre trataba de explicarle la Pasión de Cristo, Voluta se abstraía con su mirada ensimismada entre la madera y el pan dorado de San Roque o el Nazareno del Silencio.

Diríase que Voluta Woman nació para amar al Barroco. Por eso no dudó en comprarse un apartamento en la Plaza del Salvador y así poder admirar por siempre las gigantescas volutas que coronan la fachada principal de la conocida iglesia que da nombre a tan sevillana plaza.

Su vestimenta nunca es minimalista. Por el contrario, hace del exceso una seña de identidad. Es una mujer con curvas, una voluta andante. Incluso los rasgos de su cara parecen haberse tornado, con el paso de los años, en una especie de conjunto neobarroco en el que las mejillas y el mentón establecen un diálogo neobarroco con la volumétrica y escultural cabellera. En su antiguo barrio, las malas lenguas dicen que Voluta Woman acabará por convertirse, efectivamente, en voluta. No en vano, es el mote que le han dado, puesto que en realidad se llama Pepa Pérez. Triste nombre para una mujer tan barroca. Y genial demostración de que uno, o una en este caso, se hace a sí misma, y se va modelando con el paso del tiempo. Si al final se convierte en voluta, ahí estaremos para aplaudirla. Al fin y al cabo, se habrá convertido en lo que soñó de pequeña. Y es que... una es más auténtica cuando más se parece a lo que soñó de sí misma...

miércoles, 5 de enero de 2011

Lola en el Delirium


Durante el tiempo que llevamos viviendo en La Línea, uno de los locales que más hemos frecuentado a la hora de tomarnos copas ha sido el Delirium. Lamentablemente, no podremos seguir haciéndolo a partir de este mes de Enero, ya que sus dueños abandonan el barco para irse a vivir a Madrid a comenzar una nueva etapa de sus vidas. Hemos estado cómodos allí. Bien cuidados y servidos. Y tanto yo, como Juanma, como muchos compañeros y compañeras de trabajo, hemos pasado momentos inolvidables que quedarán por siempre  en el recuerdo. Recordaremos la atención prestada por Moi en la barra, David en la música, Sara y María José como relaciones públicas, o Priscila y su madre poniendo siempre la nota de color.

Sucede a veces que un bar se convierte en símbolo identitario de determinadas personas. Y eso es lo que le pasa a nuestra protagonista del día. Se llama Lola y es uno de los grandes descubrimientos de los últimos meses. Gran conocedora de la cultura clásica, discreta y silenciosa, al llegar la noche tiene la gran capacidad de soltarse el pelo de tal forma que pareciera una persona distinta a la que por la mañana se fumaba un cigarro en la puerta del instituto. Se contonea, sube y baja como un muelle, realiza complicadísimos movimientos elásticos con su cuerpo, menea su melena rubia hasta límites insospechados. Y todas estas actividades las realiza mientras las luces blanquiazules del local en cuestión parpadean nerviosamente al son de los hits musicales del momento. Cuando la canción es lo suficientemente conocida, no duda en cantar a voz en grito. Cuando la copa de Brugal parece terminarse, no duda en pedirse otra para comenzar nuevamente el proceso catártico de bailar, de dejarse llevar, cada jueves por la noche. Se mire a donde se mire, siempre la ves a ella. Siempre ves a Lola. Porque ella no sólo es que brille con luz propia, sino que es allí, en el Delirium, donde ella es más ella. Por eso, Lola y Delirium serán dos nombres que permanecerán unidos por siempre, a pesar de que este bar haya decidido echar el cierre.

En la imagen, Lola parece encender las luces de los focos del bar. Y es que también, el Delirium era también más Delirium cuando nosotros entrábamos por la puerta.

Desde aquí, la mejor de las suertes a Moi y David. Se les echará de menos.

lunes, 3 de enero de 2011

La Revolución de las Legumbres


Algún día las legumbres alzarán legítimamente su voz. No es para menos. Cada mes de Enero, cada mes de Septiembre, los medios de comunicación recuerdan a todos los mortales la necesidad de perder el peso. Y en este contexto dietético, nunca faltan las consabidas referencias a las verduras (y a la cabeza, las más variopintas y excéntricas clases de lechugas), a las hortalizas y a las frutas. Pero según avanza el acontecer de los tiempos, la presencia de las legumbres está cada vez menos relacionada con lo que suele llamarse una dieta equilibrada.

Esta sensación de olvido la experimentan después de cada acontecimiento y/o temporada marcado por el exceso calórico, A pesar de que en ciertos foros culinarios se alaben las virtudes de las legumbres, pocas veces aparecen sus nombres junto al de la rúcula, la alcachofa o la manzana reineta, por citar unos pocos ejemplos. No. Lentejas, Garbanzos o Judías siempre se asocian con lo gordo, con lo pesado, con lo poco digestivo. Y es tal el enfado que está causando esta circunstancia en el colectivo legumbreril que, como os he avanzado con anterioridad, están empezando a organizarse para protagonizar una auténtica revolución.

En la imagen, podemos ver la mesa sectorial de la OLU (Organización de Legumbres Unidas), a través de Doña Lenteja, Don Garbanzo y Doña Judía, representantes de las lentejas, los garbanzos y las judías, respectivamente. Dicha reunión tuvo lugar la pasada Nochebuena. En ella alertaron de que los grandes excesos de las fiestas suelen estar asociados al alcohol y a los dulces, por lo que las legumbres no tienern por qué pagar dichos excesos con la desaparición en los hogares en los que se establezcan dietas. Abogaron por el impulso de la legumbrerización de la sociedad, impulsando, a través de campañas publicitarias, la imagen de las legumbres como producto de calidad, como comida de toda la vida, como "cuchareo que alimenta". Dicha reunión concluyó con vítores de este tipo:

¡Viva la Fabada!
¡Viva el Cocido!
¡Vivan los Chícharo!
¡Viva del Potaje!
¡Viva el Puchero!
¡Revolución Legumbreril YA!

sábado, 1 de enero de 2011

40 de Fiebre


Comenzamos hoy, día de Año Nuevo, con el primer dibujo de la nueva era de Gonzarte, ya en Blogspot. Y comenzamos aclarando que desde la noche del 24 de Diciembre, el que os escribe ha tenido fiebres más o menos altas y tos persistente, lo que le impide desde entonces conciliar el sueño. El proceso gripal, catarral o como queramos llamarlo aún no ha terminado y no parece que vaya a hacerlo en las próximas horas, dado que anoche, sin venir a cuento, experimenté la mayor de las subidas de temperatura, cuando rocé los 41º de fiebre.Es el octavo día del peor catarro de mi vida. Y es el peor no sólo por la duración (aún indeterminada), ni siquiera por su agresividad. Es el peor por las fechas que ha escogido para manifestarse: Mis vacaciones de Navidad. No parece que los días que me quedan vaya a experimentar, como digo, una mejoría verdaderamente importante, por lo que vaticino que, efectivamente, dicho proceso quedará concluido el día anterior a mi incorporación al trabajo, y así cargarse, mire usted qué bonito, el 100% de mis días de descanso.

A todas estas consideraciones debemos sumar además un agravante, motivado por el hecho de estar viviendo toda esta pesadilla en una casa ajena, que no es otra que la de mis suegros. Y es que por muy buena gente que sean, al tercer día los quieres matar, o que alguien te mate a ti. Costumbres distintas y, sobre todo.... todo el rato viendo películas y sin salir de casa. Ahhhhh!!!! Mi cabeza iba a explotar!!! No podemos ver un rato los informativos??? Lo mismo estamos siendo conquistados por alienígenas y no nos hemos enterado!!! Como véis, la sensación de angustia ha sido también una de las características de este megaresfriado que no acaba de remitir.

En uno de mis momento de angustia, dibujé este personaje, símbolo de la fiebre, del malestar, de la tos y del agobio. Un retazo de mis sensaciones durante los últimos días. Pero también un recuerdo de que si todo va mal, siempre puede ir a peor.

Pidan a quien sea que vaya mejorando, por favó!
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