“¿Te acuerdas cuando tras la catequesis íbamos a “El Torrat” y elegíamos nuestras chuches y las metíamos en bolsitas y las pesábamos y nos las íbamos comiendo por la calle y Antonio nos criticaba si nos comprábamos precios jóvenes porque decía que era un timo y que traía menos, y tras esto íbamos a “Hipercor” y en la librería mirábais libros semanasanteros (siempre los mismos), y yo de gatos, y tras eso íbamos hasta el “Fantasio” y nos poníamos en la esquina a hablar donde rara era la noche en la que no nos asaltaban?”
Este es el fragmento de una carta que me mandó en 1996 mi amigo Nacho. Una de las personas más especiales que he conocido jamás. Fue allá por 1989 en el Colegio religioso de Huelva en el que estuve cursando mis estudios de Secundaria y Bachillerato. Llegué nuevo y él fue una de las pocas personas que realmente valieron la pena durante los 6 años que viví en dicha ciudad. Éramos los raros del colegio. Los marginaditos. Llegaron incluso a decir que éramos pareja. Lo cierto es que nunca lo fuimos. Ni siquiera tuvimos ningún contacto sexual. Yo me mudé a Sevilla un año antes que él para hacer la carrera, y durante ese tiempo intercambiamos una correspondencia de lo más original, que ayer tuve a bien revisar. Desempolvar las cartas, y los recuerdos. El tiempo es muy caprichoso, la vida lo es más, y aunque durante toda la carrera estuvimos en contacto (yo con sus amigos, él con los míos), hace unos 4 años que no hay contacto alguno. Lo curioso es que aún viviendo en la misma ciudad, nunca nos encontramos, y todas las noticias que me llegaron de él fueron a través de terceras personas. Da igual. Si mañana me lo encontrara, aún a pesar de estar tenso por la extraña sensación de reecontrarte con el pasado y con los recuerdos, sentiría que lo sigo queriendo. Y me apetecería que me contara mil anécdotas. De las suyas. Podéis estar seguros de que nada más que con sus historias podría montarse un sólo fotolog. Tengo en mente alguna de las más sonadas, pero antes quería que lo conocierais.
P.D.- Ignacio, si lees esto, ya sabes. Un saludo!
Este es el fragmento de una carta que me mandó en 1996 mi amigo Nacho. Una de las personas más especiales que he conocido jamás. Fue allá por 1989 en el Colegio religioso de Huelva en el que estuve cursando mis estudios de Secundaria y Bachillerato. Llegué nuevo y él fue una de las pocas personas que realmente valieron la pena durante los 6 años que viví en dicha ciudad. Éramos los raros del colegio. Los marginaditos. Llegaron incluso a decir que éramos pareja. Lo cierto es que nunca lo fuimos. Ni siquiera tuvimos ningún contacto sexual. Yo me mudé a Sevilla un año antes que él para hacer la carrera, y durante ese tiempo intercambiamos una correspondencia de lo más original, que ayer tuve a bien revisar. Desempolvar las cartas, y los recuerdos. El tiempo es muy caprichoso, la vida lo es más, y aunque durante toda la carrera estuvimos en contacto (yo con sus amigos, él con los míos), hace unos 4 años que no hay contacto alguno. Lo curioso es que aún viviendo en la misma ciudad, nunca nos encontramos, y todas las noticias que me llegaron de él fueron a través de terceras personas. Da igual. Si mañana me lo encontrara, aún a pesar de estar tenso por la extraña sensación de reecontrarte con el pasado y con los recuerdos, sentiría que lo sigo queriendo. Y me apetecería que me contara mil anécdotas. De las suyas. Podéis estar seguros de que nada más que con sus historias podría montarse un sólo fotolog. Tengo en mente alguna de las más sonadas, pero antes quería que lo conocierais.
P.D.- Ignacio, si lees esto, ya sabes. Un saludo!
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