sábado, 25 de diciembre de 2010

Pedro Almodóvar


El próximo 20 de octubre, Pedro Almodóvar recibirá el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. Como no sé si ese día podré colgar un paint, lo dejo aquí durante toda la semana. Aquí va mi sencillo homenaje a un hombre que para mí es mucho más que un director de cine. Quien me conozca sabrá que no soy un fanático de Pedro. Soy un integrista. Me he leído todos los libros y estudios sobre su cine, tengo en mi casa todas sus películas y las he visto numerosas veces. Hay secuencias que me sé de memoria. Disfruto con cada minuto de su cine, y me siento privilegiado por sentir tan a flor de piel todas y cada una de sus historias, todos y cada uno de sus inolvidables personajes.

En mi mente y en mi corazón quedan grabados por siempre momentos irrepetibles de un cineasta atemporal. ¿Cómo olvidar la lluvia dorada de Bom sobre la cara de Luci en "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón"? ¿Cómo no acordarse de la fotonovela que realizan Pedro y Fabio en "Laberinto de pasiones"? Siempre resuena dentro de mí el grito desesperado de la Madre Superiora de "Entre tinieblas", o la desesperación de Gloria en su encuentro con la farmaceútica, verdadero culmen de esa maravilla llamada "¿Qué hecho yo para merecer esto!". Maravilloso es también Ángel en esa confesión a la policía en "Matador", e inconmensurable es Tina recibiendo una ducha por parte de un barrendero en la absolutamente imprescindible "La ley del deseo". No puedo quitarme de la cabeza el sonido de los tacones de Pepa en "Mujeres al borde de un ataque de nervios", ni olvidar la cura que le hace Marina a Ricky tras recibir una paliza en "Átame!". Impagable es el encendido diálogo que mantienen a puerta cerrada Rebeca y Becky en "Tacones lejanos", y transgresora y genial es la violación de Paul Bazzo en la surrealista "Kika". Nunca me dejará de emocionar el ojo de Leo llamando a su madre desde la oscuridad en esa pequeña gran película que es "La flor de mi secreto", y siempre me sorprenderá el flechazo de David y Elena en "Carne trémula". No se puede explicar con palabras lo que me produce la muerte de Esteban en "Todo sobre mi madre", y menos aún ese Marcos con los ojos bañados en lágrimas viendo por la ventana cómo Alicia vive, en "Hable con ella". Vibré con el encuentro en la piscina entre Enrique Goded y el falso Ignacio Rodríguez en la infravalorada "La mala educación" y lloré literalmente de emoción cuando Irene volvió del más allá de debajo de la cama para enfrentarse a la gran Raimunda de "Volver"...

Por todo ello, sólo quiero dar gracias a Almodóvar. Y mi más sentida enhorabuena

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