Anoche llegué de estar 4 días en un bellísimo país que nos mira desde la otra orilla.
He tenido la suerte de formar parte de una visita de trabajo subvencionada por la Junta de Andalucía para conocer la realidad educativa de Marruecos. No he visto Fez. No he visto Marrakech. No he visto Casablanca. No he visto Rabat. He entrado en el corazón de las montañas del Rif. He comprendido muchas cosas que me harán más fuerte cuando me digan algo en contra de la inmigración. He visto miradas que nunca ví antes, sonrisas limpias y abrazos intensos. Gentes que tienen por máxima riqueza su hospitalidad. Niños corriendo tras nuestro autobús. Adolescentes que me decían "yo también soy andalusí". El cariño en estado puro. La verdad. Creo que me falta algo pues una parte de mi corazón se quedó por siempre allí. Aún retumba dentro de mí la voz del almuédano llamando a la oración en la medina de Tetúan. Al caer la noche... en el momento en el que no puden distinguirse en el cielo un hilo blanco y un hilo negro.
Volveré.
He tenido la suerte de formar parte de una visita de trabajo subvencionada por la Junta de Andalucía para conocer la realidad educativa de Marruecos. No he visto Fez. No he visto Marrakech. No he visto Casablanca. No he visto Rabat. He entrado en el corazón de las montañas del Rif. He comprendido muchas cosas que me harán más fuerte cuando me digan algo en contra de la inmigración. He visto miradas que nunca ví antes, sonrisas limpias y abrazos intensos. Gentes que tienen por máxima riqueza su hospitalidad. Niños corriendo tras nuestro autobús. Adolescentes que me decían "yo también soy andalusí". El cariño en estado puro. La verdad. Creo que me falta algo pues una parte de mi corazón se quedó por siempre allí. Aún retumba dentro de mí la voz del almuédano llamando a la oración en la medina de Tetúan. Al caer la noche... en el momento en el que no puden distinguirse en el cielo un hilo blanco y un hilo negro.
Volveré.
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