jueves, 23 de diciembre de 2010

El ciclista naturista


Ayer estuve pasando el día en una de las maravillosas playas que jalonan el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. Tened por seguro que lo que más me gusta de Almería se comprende entre Carboneras y San José. Aparte de su belleza, de su naturaleza virgen y de su tranquilidad, estas playas destacan por ser, en su mayoría, nudistas. Ayer estuve en una que no conocía, con mi amigo Arturo. Era de un nudismo exultante, no había un cacho tela. Y lo que son las cosas, hombres a espuertas. Mujeres poquitas, vamos. Mientras más andabas entre los recovecos rocosos de las calas circundantes, más tranquilo se estaba y más desnudez había. La verdad es que la cercanía de las oposiciones motivó que llevara conmigo dos bonitos temas adecuadamente plastificados. Puedo presumir, y presumo, de que los saqué de la bolsa y los repasé, pero también es justo que diga que entre epígrafe y epígrafe me echaba mis baños en pelota picada y observaba el paisanaje que por allí pupulaba, claramente gay y con intenciones a veces libidinosas. Aún recuerdo aquel cachalote de hombre tocado con gorra de color kaki exponiendo su inventario mientras andaba entre el oleaje, que luego pude ver escalando con la bicicleta a cuestas. Aquí os lo pongo pero de espaldas. Pa no asustar, que sé que os dan yuyu los animales de gran tamaño.


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