sábado, 25 de diciembre de 2010

Ponga un microcoche en su vida


Ponga un microcoche en su vida... y será feliz.

En la calle donde vivo en Arcos hay un elemento inquietante que además tiene la dicha de cambiar de atuendo día tras día. Me estoy refiriendo al "Microcar" de color rojo que está permamentemente aparcado en la entrada a mi portal. Suele tener el capó delantero abierto y sujetado con un palo de la fregona. Aunque otras veces es el recogedor. Unos días el coche tiene el motor encendido, a pesar de que no haya nadie dentro. Otros, está apagado, pero el espejo retrovisor tiene una cuerda que lo amarra a uno de los raquíticos árboles que pueblan la calle. Llegar a casa día tras día y observar en qué estado se encuentra el microcoche, diseñado por el mismísimo demonio, es siempre una sorpresa agradable e hilarante, máxime si tenemos en cuenta que suelo aparcar a su vera. A su verita, vera, que decía esa copla tan bonita.

A estas alturas, algunos se preguntarán si este maravilloso objeto de cuatro ruedas tiene dueño. En efecto. Se trata de un señor mayor que suele observar sus performances desde la ventana de su casa, en el piso bajo del edificio. Suele merodear siempre alrededor de su gran obra, a veces con unas neveras de esas de playa que suelen contener, por lo que he podido cotillear, bolsas de basura sumamente grasientas, que a veces deposita en el minúsculo maletero del cuatriciclo.

Lo que más me gusta de todo esto es que esta anécdota es inagotable, porque se renueva día tras día. Para los incrédulos: Esta historia es totalmente verídica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...