jueves, 23 de diciembre de 2010

Mundo sórdido


¿Hasta dónde puede llegar el ser humano en momentos puntuales con tal de tener un poquito de sexo? Quién sabe. Los baremos son distintos para cada persona, e igual que algunos llevan su abstinenca con elegancia, otros parecen gatas sobre tejados de cinc calientes. La primavera y el verano son momentos muy propicios para que se desencadenen y desorganicen nuestras hormonas y tengamos que decir a veces aquella manida expresión de "estoy más salido que el pico de una plancha". Yo cuando lo estoy no me importa decirlo, si bien pocas veces hago cosas espectaculares para que esa situación mejore. Recuerdo que el año pasado, un servidor y su compañera de tabaco, Isa, tuvimos un episodio como el que describo pero además de forma simultánea, lo que nos hizo reir mucho y provocó que nos hiciéramos curiosas sesiones fotográficas, además de frotarnos al son de reggettones en ferias y fiestas de la serranía onubense. Con Cristina también recuerdo algún capítulo en la playa digno de Pajares y Esteso.

Y yo me pregunto hasta qué punto tendrán las personas mayores este tipo de apetencias salvajes y absolutamente primarias, a la vez que necesarias y placenteras. Por eso os traigo aquí esta estampa del hombre mayor y la anciana que, con su pelo canoso, espera con impaciencia que algo suceda ante sus ojos. Quien conozca este dibujo de antes sabrá que ha sido sometido a una modificación para evitar la censura.

Bueno, que soportéis con elegancia las tórridas temperaturas de estos días, tanto las exteriores como las interiores de vuestros propios cuerpos.

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