El otro decía que el objeto encontrado surrealista no debe buscarse, pues éste aparece en el momento más inesperado, provocando la sorpresa y el desconcierto en el espectador. He aquí un nuevo ejemplo de lo que digo, tan reciente que es de la tarde de ayer. Con ello me doy cuenta de la gran cantidad de posibilidades estéticas que tiene todo lo que rodea a la Semana Santa.
Anoche, muy cerca de un Cristo, en la Plaza del Salvador, se abría paso entre los trajes de chaqueta, las mujeres de mantilla y los nazarenos de color morado pasión, una madre que llevaba de sus manos a dos niñas rubias ataviadas con el traje de gitana (también conocido como de flamenca, y, en los "Madriles", como "de faralaes"). La incongruencia era total. Toda la gente iba en tonos oscuros y de repente se hizo lo imposible: Dos niñas guiris, posiblemente fans de María Isabel ("Antes muerta que sensilla"), habrían decidido comprar el traje típico para pasear por la ciudad. El problema, aunque ellas no parecían mostrar el más mínimo signo de rubor, era que con su indumentaria se adelantaban dos semanas a lo que había que celebrar. Para que me entiendan: Es como si de repente en la Feria apareciera un nazareno entre la multitud. La explicación pragmática ante tal derroche kitsch se desvelaba poco tiempo después, cuando al pasar por la puerta de una tienda de souvenirs, veíamos los mismos trajes al módico precio de 10 euros. Pueden imaginarse la calidad de los mismos. Me pregunto aún si se darían cuenta de lo descontextualizadas que iban, y, en el caso de que se percataran, me pregunto también qué contarían al llegar a su país natal. Desde aquí, yo me hago fans de las niñas estas.... Jueves Santo y Olé!
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