Dolores.
Hay dolores de muchos tipos. En un período de dos días he tenido varios de ellos. El sábado por la noche tuve una buena fiesta con compañeros de trabajo. Nos lo pasamos muy bien, y pasó eso que pasa a veces: Que se hace de día y aún estás por las calles. También pasó aquello que pasa a veces: Que duermes en casa de un amigo y al despertar descubres que no fuiste el único, y que algún sofá del salón hizo las veces de cama. También pasó aquello tan particular de comer a las cinco de la tarde en un restaurante chino. También pasó eso tan entrañable de reunirte con algunos compañeros de juerga de la noche anterior para comentar las mejores jugadas con el pretexto de tomar un café. Y por supuesto, pasaron, y durante varias horas, los dolores típicos de la resaca, consistentes en jaquecas más o menos intensas, recalentamientos de tu cabeza, agotamiento generalizado, y un fuerte cansancio en tus principales extremidades, derivado de la costumbre más o menos común de estar bailando gran parte de la noche. Si ayer mi aliado fue el Espidifén, hoy he tenido que echar mano de otro viejo compañero: Clamoxyl. Y es que al despertarme, mi malestar era distinto, y el agotamiento que sufría parecía ir relacionado con un cansancio aún más pronunciado, tensión baja y diversos dolores óseos. Parece que ya estoy mejor, pero seguiré cuidándome en días sucesivos.
Hay dolores de muchos tipos. En un período de dos días he tenido varios de ellos. El sábado por la noche tuve una buena fiesta con compañeros de trabajo. Nos lo pasamos muy bien, y pasó eso que pasa a veces: Que se hace de día y aún estás por las calles. También pasó aquello que pasa a veces: Que duermes en casa de un amigo y al despertar descubres que no fuiste el único, y que algún sofá del salón hizo las veces de cama. También pasó aquello tan particular de comer a las cinco de la tarde en un restaurante chino. También pasó eso tan entrañable de reunirte con algunos compañeros de juerga de la noche anterior para comentar las mejores jugadas con el pretexto de tomar un café. Y por supuesto, pasaron, y durante varias horas, los dolores típicos de la resaca, consistentes en jaquecas más o menos intensas, recalentamientos de tu cabeza, agotamiento generalizado, y un fuerte cansancio en tus principales extremidades, derivado de la costumbre más o menos común de estar bailando gran parte de la noche. Si ayer mi aliado fue el Espidifén, hoy he tenido que echar mano de otro viejo compañero: Clamoxyl. Y es que al despertarme, mi malestar era distinto, y el agotamiento que sufría parecía ir relacionado con un cansancio aún más pronunciado, tensión baja y diversos dolores óseos. Parece que ya estoy mejor, pero seguiré cuidándome en días sucesivos.
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