martes, 21 de diciembre de 2010

Harry Potter del Porvenir



Hace aproximadamente tres años, en una fría noche de Enero, conocí a un muchacho que, si bien al principio no pareció llamarme demasiado la atención, en media hora consiguió atraer toda mi atención. El sujeto no era alto, ni guapo, ni tenía un buen cuerpo, pero su manera de mirarme, y su manera de hablarme, hicieron que cayera rendido a sus pies hasta tal punto que pensaba que era la persona más maravillosa del universo universal. Aquella fría noche, todo fue sometido a la improvisación. Terminamos en los bares de la Alfalfa mirándonos a los ojos y cogiéndonos de la mano antes incluso de habernos enrrollado. La noche no quería terminar, y hasta que no quedó una hora para la clase de autoescuela que tenía al día siguiente, no tuve la fuerza de voluntad para abandonar aquel momento que no quería por nada del mundo que concluyese. Al día siguiente, con imponente resaca, no hacía otra cosa más que pensar en este hombre menudo de gafas. Nos llamamos por teléfono y los dos teníamos la misma sensación. Pasamos la tarde en el Parque de María Luisa. Me daba pequeños besos en el cuello, en las pestañas, casi imperceptibles. Me susurraba dulcemente. Era un tipo encantador. O mejor dicho: Embaucador. Con el paso del tiempo, nos seguimos viendo, pero cada vez con menos frecuencia, debido a las ocupaciones que él tenía, ya que estudiaba y trabajaba en un estudio de arquitectura a la vez. Nunca quiso decir mucho de su vida privada. Y yo me encontraba en una postura incómoda, porque lo quería ver, pero cada vez estaba más lejos. Cada vez estaba menos aquí. Tanto es así que fui yo quien tomó la determinación de no volverlo a ver, no porque yo no quisiera, sino porque cada vez que lo veía era un corto espacio de tiempo que me dejaba una sensación agridulce. Y más agria que dulce.

Pasan los tiempos y sigo acordándome de esta relación frustrada. De este amago de relación. Me pregunto qué será de su vida. Si estará casado. Si vivirá en el extranjero. Si habrá vuelto a enamorar a más chicos con dulces miradas y suaves palabras. Pasan los tiempos y desde aquella noche miro a los hombres delgados con caras aniñadas y gafas intelectuales. Soy un fans de los Harry Poters y ya no tengo remedio.

Pasan los tiempos, y, tampoco os creáis, sigo conociendo a gente interesante. De todos colores y sabores!
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...