lunes, 20 de diciembre de 2010

La flor que empezó a mutar en muñeco de peluche


Érase una vez la flor que empezó a mutar en muñeco de peluche. Esta bonita flor empezó a nacer un buen día en una hermosa campiña poblada por altos y gráciles girasoles. Tuvo una una infancia dichosa porque era la más mimada del lugar. Recibía regalos de todos los girasoles que la rodeaban. Fue siempre una flor buena y educada, pero cuando entró en la adolescencia, los vicios la empezaron a llevar por el mal camino. Todo empezó cuando se hizo amiga de una amapola y las dos cayeron en una profunda adicción al polen . Poco después de casarse la amapola con un apuesto y gentil narciso, nuestra querida flor cayó en una profunda depresión que la hizo languidecer cada día más y más. Sus papás estaban sumamente preocupados, rezaban a todos los dioses y beatas de su santa religión, pero nada pudo evitar que un día de agosto, cuando el sol más calentaba, nuestra bonita planta empezó a adoptar extrañas posturas e intensas convulsiones. Su piel se fue transformando, el color también se fue alterando, y hecha toda la transformación, ascendió lentamente hacia los cielos, e inmediatamente fue volando hacia el puesto de feria más cercano, donde posteriormente sería adquirida por una niña con tres mellas en los dientes, pelo rubio y rizado y dos coletas rojas muy bien amarradas, por un precio total de trece euros y cincuenta céntimos.
 

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