En unas horas vuelvo a la otra punta de Andalucía. Tendré que cruzar varias provincias para llegar a mi lugar de destino, Roquetas de Mar, localidad costera que yo me he encargado de rebautizar como "Rotondas de Mar", a la vista de la obsesión desmedida de los almerienses por la utilización de estos elementos viales, en detrimento de los coloridos semáforos. La concepción del tráfico en Almería es sumamente particular. La estética nos habla de una dimensión desconocida, y que me perdonen los lugareños, pero tantísima rotonda innecesaria dificulta el tráfico más que agilizarlo. Al no haber apenas semáforos, los coches se ven frenados por unos violentos badenes de color amarillo y negro que saltan sin avisar cada pocos metros, estés en pobaldo o carretera. La reparación de mis armotiguadores me la va a pagar la Diputación de Almería, te lo juro por David Bisbal. Para crear un ambiente hipotéticamente más estético, podemos encontrar centenares de palmeras en cualquier calle de cualquier pedanía de poca monta, fuentes de mármol y demás cateteces. Eso sí,en señales de tráfico parece que invierten poco. En breves momentos parto hacia la dimensión desconocida....
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