domingo, 19 de diciembre de 2010

Llera


Os presento un campo de girasoles de la campiña sur de Extremadura, una iglesia mudéjar de la zona y un mozuelo autóctono. Llera es unos de los pueblos más misteriosos y enigmáticos que últimamente he visitado. Aunque está cerca de otros pueblos, al acercarte a él parece como si el tiempo retrocediera 20 ó 30 años. Hasta los coches son más antiguos. Tienen los habitantes de este pueblo la dicha de tener una torre mudéjar de gran valor, pero la desdicha de tenerla en un proceso acelerado de derrumbamiento. También tiene Llera unos bares entrañables, a los que parece que los nuevos tiempos no hayan llegado. No hay mujeres. Sólo hay hombres de campo bebiendo copas de vino y tomando su aperitivo. En un rincón también puede verse algún joven tomando una cerveza de botellín con algún amigo. Aquí tenemos a un ejemplo de lugareño, que aunque parezca Gulliver, no lo es. Con el pelo desordenado, amelenado, y unos pantalones vaqueros Liberto apretados hasta la extenuación, uno no sabe aún si el abultamiento de su paquete era natural o por el contrario era la consecuencia de ponerse una talla tres veces más pequeña que la que le correspondía. En cualquier caso, curioso ejemplar de tío buenorro de la zona. De ese pueblo me quedo, ya lo saben, con los girasoles, la iglesia mudéjar y el muchacho del pantalón apretado.

En tres días vuelvo, me voy a Llera y alrededores


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